Cuando nos damos cuenta de la verdadera naturaleza divina y sagrada de la energía sexual, podemos entonces comenzar a vivirla de otra forma. Cuando la energía sexual la llevamos más allá de los rígidos patrones del ego, del "yo", de nuestra personalidad, con sus traumas, sus miedos, sus bloqueos, sus frustraciones y temores, se convierte entonces en lo que realmente es: la fuerza alquímica capaz de transmutar nuestros estados emocionales y mentales. Cuando la energía sexual se queda en los primeros chakras, se reduce a una fuerza meramente instintiva, compulsiva, agresiva muchas veces y de control de los demás, que no hace sino potenciar nuestros propios desequilibrios y proyectarlos al resto del mundo. Cuando esa energía la elevamos hacia el chakra del corazón, la energía de la "unión" con lo que nos rodea, estamos entonces haciendo alquimia. Lo animal, lo inconsciente y lo primario, se transforma entonces en el principio del amor, el verdadero amor simbolizado por el corazón, el amor incondicional, muy superior y por encima del amor emocional del ego que normalmente hemos considerado y practicado. Cuando aprendemos a considerar nuestra sexualidad de esta forma, nos sanamos a nosotros mismos y por el principio de resonancia, sanamos a todos aquellos que entran en contacto con nosotros.

 

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