Un saludo para mis hermanos
los hombres. De nuevo juntos
para trabajar sobre la
conciencia-energía de lo
masculino, compartiendo el
sentido de pertenencia a un
genero e intentando abrirnos
a la nueva masculinidad
sensible. Esa que nos hace
capaces de mantener en
nuestra vida cotidiana la
sobriedad emocional y la
serenidad mental, expresando
al mismo tiempo la
creatividad y la ternura.
Sin que tampoco falte un
cierto sentido de liderazgo
protector, respetuoso y
alimenticio, hacia todos
aquellos que colaboran,
actúan y trabajan bajo
nuestra dirección.
Hay una gran confusión y
perplejidad en lo masculino
respecto al manejo de las
emociones y de los
sentimientos profundos, y
cada vez un mayor porcentaje
de hombres nos damos cuenta
de que no queremos seguir
levantando murallas para
evitar que nuestra
emotividad se exprese.
Pero esto nos hace sentirnos
muy vulnerables, casi en
desventaja con lo femenino,
y su capacidad para
administrar una gran
variedad de emociones al
mismo tiempo, a veces
incluso contradictorias
(como las fases de la luna).
Como hombres tenemos que
pasar por la apertura del
pecho y la iniciación de la
diosa, y para ello hemos de
abandonar dos refugios,
primero el del control
mental y segundo el de las
emociones explosivas
(impulsivas) y el instinto
desbordado. Aunque nos
empeñemos socialmente en lo
contrario, la pornografía,
la fantasía sexual, el sexo
duro sin sentimientos, el
echar “un polvo” para
descargarse, y las bromas
sociales sobre el yoni de la
diosa (o el lingam del
Shiva), despilfarran nuestra
energía, nos hunden en la
materialidad de tratar como
un objeto manipulable a la
mujer, y nos enferman por
falta de amor. Y es esta
desacralización del sexo y
el amor lo que traumatiza a
nuestros hijos pequeños, y
no la contemplación de los
cuerpos desnudos de sus
padres ni tan siquiera el
que puedan ser testigos del
acto amoroso.
Emilio Fiel (Miyo)
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