Escuchar en voz Lección 164 ¿En qué otro momento sino ahora mismo puede
reconocerse la verdad? El presente es el único tiempo que hay. Y así,
hoy, en este mismo instante, ahora mismo, podemos contemplar lo que se
encuentra ahí eternamente, no ante nuestra vista sino ante los ojos de
Cristo. Él mira más allá del tiempo y ve la eternidad representada allí.
Él oye los sonidos que engendra el insensato y ajetreado mundo, aunque
muy levemente. Pues más allá de ellos Él oye el himno del Cielo y la Voz
que habla por Dios con más claridad, con más sentido y más de cerca. El mundo desaparece fácilmente ante Su vista. Sus
sonidos se vuelven más tenues. Una melodía procedente de mucho más allá
del mundo se vuelve cada vez más clara: una Llamada ancestral a la que
Cristo da una respuesta ancestral. Tú reconocerás tanto una como otra,
pues no son sino tu propia respuesta a la Llamada que te hace tu Padre.
Cristo responde por ti, haciéndose eco de tu Ser, usando tu Voz para dar
Su jubiloso consentimiento y aceptando tu liberación por ti. ¡Cuán santas son tus prácticas hoy, al darte Cristo Su
visión, al oír por ti y al contestar en tu nombre la Llamada que Él oye!
¡Cuán serenos son los momentos que pasas con Él, más allá del mundo!
¡Cuán fácilmente te olvidas de todos tus aparentes pecados y dejas de
recordar todos tus pesares! En este día se dejan de lado las
aflicciones, pues a ti, que hoy aceptas los dones que él te da, te
resultan claros los sonidos y las vistas procedentes de aquello que está
más cerca de ti que el mundo. Hay un silencio que el mundo no puede perturbar. Hay
una paz ancestral que llevas en tu corazón y que no has perdido. Hay en
ti una sensación de santidad que el pensamiento de pecado jamás ha
mancillado. Hoy recordarás todo esto. La fe con la que practiques hoy te
aportará recompensas tan grandes y tan radicalmente diferentes de todas
las cosas que antes perseguías, que sabrás que ahí está tu tesoro y tu
descanso. Éste es el día en que todas las vanas imaginaciones se
descorren como si de una cortina se tratase, para revelar lo que se
encuentra tras ellas. Ahora se hace visible lo que realmente está ahí,
mientras que todas las sombras que parecían ocultarlo simplemente se
sumergen en la nada. Ahora se recupera el equilibrio, y la balanza del
juicio se deja en manos de Aquel que juzga correctamente. y mediante Su
juicio, se desplegará ante tus ojos un mundo de perfecta inocencia.
ahora lo contemplarás con los ojos de Cristo. Ahora su transformación te
resultara evidente. Hermano, éste es un día sagrado para el mundo. La
visión que se te ha concedido, la cual procede de mucho más allá de
todas las cosas del mundo, las contempla ahora bajo una nueva luz. y lo
que ves se convierte en la curación y salvación del mundo. Tanto lo
valioso como lo insignificante se percibe y se reconoce tal como es. Y
lo que es digno de tu amor recibe tu amor, y no queda nada que puedas
temer. Hoy no juzgaremos. No recibiremos sino aquello que nos
llega procedente de un juicio que se emitió desde más allá del mundo.
Nuestras prácticas de hoy se convierten en un regalo de gratitud por
nuestra liberación de la ceguera y de la aflicción. Todo cuanto veamos
no hará sino aumentar nuestra dicha, pues su santidad refleja la
nuestra. Nos alzamos perdonados ante los ojos de Cristo, tal como el
mundo se alza perdonado ante los nuestros. Bendecimos al mundo al
contemplarlo en la luz en la que nuestro Salvador nos contempla a
nosotros, y le ofrecemos la libertad que se nos ha dado a través de Su
visión redentora, no a través de la nuestra. Descorre la cortina durante tus prácticas renunciando
simplemente a todo lo que crees desear. Guarda tus frívolos tesoros, y
deja un espacio limpio y despejado en tu mente donde Cristo pueda venir
a ofrecerte el tesoro de la salvación. Él necesita tu santísima mente
para salvar al mundo. ¿Acaso no es este propósito digno de ser tu
objetivo? ¿No es la visión de Cristo algo digno de procurarse en lugar
de todos los objetivos mundanos que no producen ninguna satisfacción? No dejes que este día transcurra sin que los regalos que tiene
reservados para ti reciban tu aprobación y aceptación. Si los reconoces,
podemos cambiar el mundo. Tal vez no puedas ver el valor que tu
aceptación de ellos le ofrece al mundo. Pero sin duda quieres esto:
poder cambiar todo sufrimiento por dicha hoy mismo, Practica con
fervor y ése será tu regalo. ¿Iba Dios a engañarte? ¿Podría dejar Él de
cumplir Su promesa? ¿Le negarías lo poco que te pide cuando Sus Manos le
ofrecen a Su Hijo la salvación en su totalidad?
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