Escuchar en voz Lección 165 ¿Qué es lo que hace que este mundo parezca real sino
tu negación de la verdad que se encuentra más allá de él? ¿Que otra cosa
sino tus pensamientos de aflicción y de muerte ensombrecen la perfecta
felicidad y vida eterna que la Voluntad de tu Padre dispone para ti? ¿Y
qué otra cosa sino las ilusiones podrían ocultar lo que no puede ser
ocultado? ¿Que podría privarte de lo que te pertenece sino tu propia
decisión de no verlo, al negar que se encuentra ahí? El Pensamiento de Dios te creó. Y no te ha abandonado,
ni tú has estado nunca separado de él ni siquiera por un instante. Te
pertenece. Gracias a él vives. Es tu Fuente de vida, pues te mantiene
unido a él, y todo es uno contigo porque él jamás te abandonó. El
Pensamiento de Dios te protege, cuida de ti, hace que tu lecho sea
mullido y allana tu camino, al iluminar tu mente con gozo y amor. Tanto
la eternidad como la vida eterna refulgen en tu mente porque el
Pensamiento de Dios no te ha abandonado y todavía se encuentra en ti. ¿Quién negaría su seguridad, su paz, su alegría, su
curación y tranquilidad de espíritu, así como su sereno descanso y
apacible despertar, si reconociese dónde se encuentran? ¿No se
prepararía de inmediato para salir a su encuentro, abandonando todo lo
demás como algo sin valor en comparación? y una vez que los hubiera
encontrado, ¿no se aseguraría de que permanecieran con él y él con
ellos? No niegues el Cielo. Hoy se te concede sólo con que lo
pidas. No es necesario tampoco que percibas cuán grande es este regalo
ni cuánto habrá cambiado tu mente antes de que te llegue. Pídelo y se te
concederá. La convicción radica en él. Hasta que no le des la bienvenida
como algo que te pertenece, seguirás en la incertidumbre. Mas Dios es
justo. No tienes que tener certeza para recibir lo que sólo tu
aceptación puede otorgar. Pide con fervor. No tienes que estar seguro de que lo
que estás pidiendo es lo único que deseas. Mas cuando lo hayas recibido
sabrás que estás en posesión del tesoro que siempre anhelaste. ¿Por qué
otra cosa ibas a querer intercambiarlo? ¿Qué podría inducirle ahora a
dejarlo desaparecer de tu extática visión? Pues verlo te demuestra que
has cambiado tu ceguera por los ojos videntes de Cristo, y que tu mente
ha decidido abandonar la negación y aceptar el Pensamiento de Dios como
tu herencia. Y ahora las dudas son cosa del pasado, el final de la
jornada es indudable y se te ha concedido la salvación. Ahora el poder
de Cristo mora en tu mente, para que puedas curar tal como fuiste
curado. Pues ahora te cuentas entre los salvadores del mundo. Ése es tu
único destino. ¿Consentiría Dios acaso que Su Hijo permaneciese
eternamente hambriento por haberse negado a sí mismo el sustento que le
es menester para poder vivir? La abundancia mora en él, y la privación
no puede separarlo del Amor vivificante de Dios, ni de su hogar. Practica hoy lleno de esperanza. Pues tener esperanzas
está ciertamente justificado. Tus dudas no tienen sentido, pues Dios
goza de perfecta certeza. Y el Pensamiento de Él nunca está ausente. La
certeza no puede sino morar en ti que eres Su anfitrión. Este curso
elimina toda duda que hayas interpuesto entre Él y tu certeza acerca de
Él. Contamos con Dios, no con nosotros mismos, para que nos dé certeza. Y
en Su Nombre practicamos tal como Su Palabra nos indica que hagamos. Su
certeza se encuentra tras cada una de nuestras dudas. Su Amor, tras cada
uno de nuestros temores. El Pensamiento de Él todavía se encuentra en
nuestras mentes más allá de todo sueño, tal como Su Voluntad dispone.
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