La prueba de la verdad.
Un Curso de Milagros -  Texto cap14-xi

 

Existe una sola prueba -tan infalible como Dios- con la que puedes reconocer si lo que has aprendido es verdad. Si en realidad no tienes miedo de nada, y todos aquellos con los que estás, o todos aquellos que simplemente piensen en ti comparten tu perfecta paz, entonces puedes estar seguro de que has aprendido la lección de Dios, y no la tuya. A menos que sea así, es que todavía quedan lecciones tenebrosas en tu mente que te hieren y te limitan, y que hieren y limitan a todos los que te rodean. La ausencia de una paz perfecta sólo significa una cosa: crees que no quieres para el Hijo de Dios lo que su Padre dispuso para él. Toda lección tenebrosa enseña esto en una u otra forma. Y cada lección de luz con la que el Espíritu Santo reemplazará las leccio­nes tenebrosas que tú  no aceptes, te enseñará que tu voluntad dispone lo mismo que la del Padre y la del Hijo.

 

No te preocupes por cómo vas a aprender una lección tan diametralmente opuesta a todo lo que te has enseñado a ti mismo. ¿Cómo ibas a poder saberlo? Tu papel es muy simple. Sólo tienes que reconocer que ya no deseas lo que has aprendido. Pide nuevas enseñanzas, y no te valgas de tus experiencias para confirmar lo que has aprendido. Cuando de alguna manera tu paz se vea amenazada o perturbada, afirma lo siguiente:

 

 

No conozco el significado de nada, incluido esto.

 

No sé, por lo tanto, cómo responder a ello.

 

No me valdré de lo que he aprendido en el pasado para que me sirva de guía ahora.

 

 

 

Cuando de este modo te niegues a tratar de enseñarte a ti mismo lo que no sabes, el Guía que Dios te ha dado te hablará. Ocupará el lugar que le corresponde en tu conciencia en el momento en que tú lo desocupes y se lo ofrezcas a Él.

 

Tú no puedes ser tu propio guía hacia los milagros, pues fuiste tú el que hizo que fuesen necesarios. Y debido a ello, se te prove­yeron los medios con los que puedes contar para que se produzcan los milagros. El Hijo de Dios no puede inventar necesidades que Su Padre no pueda satisfacer sólo con que se dirija a Él levemente. Mas Él no puede forzar a Su Hijo a que se dirija a Él y seguir siendo Él Mismo. Es imposible que Dios pueda perder Su Identidad, ya que si la perdiese, tú perderías la tuya. Y dado que Su Identidad es la tuya, Él no puede cambiar lo que Él es, pues tu Identidad es inmutable. El milagro reconoce la inmutabilidad de Dios al ver a Su Hijo, como siempre ha sido, y no como lo que él quiere hacer de sí mismo. El milagro produce efectos que sólo la inocencia puede producir, y así, establece el hecho de que la inocencia es real.

 

Tú que tan aferrado estás a la culpabilidad y tan comprometido a seguir así, ¿cómo ibas a poder establecer por tu cuenta tu ino­cencia? Eso es imposible. Asegúrate, no obstante, de que estás dispuesto a reconocer que es imposible. Lo único que limita la dirección del Espíritu Santo es que crees que puedes estar a cargo de una pequeña parte de tu vida o que puedes lidiar con ciertos aspectos de ella por tu cuenta. De esta manera, quieres convertir al Espíritu Santo en alguien que no es confiable, y valerte de esta imaginaria inconfiabilidad como una excusa para ocultar de Él ciertas lecciones tenebrosas que has aprendido. Y al así limitar la dirección que deseas aceptar, eres incapaz de depender de los milagros para que resuelvan todos tus problemas.

 

¿Crees que el Espíritu Santo se negaría a darte lo que quiere que tú des? No tienes ningún problema que Él no pueda resolver ofreciéndote un milagro. Los milagros son para ti. Y todo miedo, dificultad o dolor que tengas ya ha sido deshecho. Él los ha llevado todos ante la luz, al haberlos aceptado por ti y haber reconocido que nunca existieron. No hay ninguna lección tenebrosa que Él no haya iluminado ya por ti. Las lecciones que quieres enseñarte a ti mismo, Él ya las ha corregido. No existen en Su Mente en absoluto. Pues el pasado no ejerce ningún control sobre Él ni sobre ti. Él no ve el tiempo como lo ves tú. Y cada milagro que te ofrece corrige el uso que haces del tiempo, y lo pone a Su servicio.

 

Aquel que te ha liberado del pasado quiere enseñarte que estás libre de él. Lo único que Él desea es que aceptes Sus logros como tuyos porque los logró para ti. Y por tal razón, son tuyos. Él te ha liberado de lo que fabricaste. Puedes negarle, pero no puedes invocarle en vano. 6Él siempre da Sus regalos en substitución de los tuyos. Él quiere que Su resplandeciente enseñanza se arraigue con tal firmeza en tu mente, que ninguna lección tenebrosa de culpabilidad pueda morar en lo que Él ha santificado con Su Presencia. Dale gracias a Dios de que Él esté ahí y de que obre a través de ti. Pues todas Sus obras son tuyas. ÉI te ofrece un milagro por cada uno que le dejes obrar a través de ti.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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