El ego no es 
		otra cosa que idolatría; el símbolo de un yo limitado y separado, nacido 
		en un cuerpo, condenado a sufrir y a que su vida acabe en la muerte. Es 
		la "voluntad" que ve a la Voluntad de Dios como su enemigo, y que adopta 
		una forma en que Ésta es negada. El ego es la "prueba" de que la fuerza 
		es débil y el amor temible, la vida en realidad es la muerte y sólo lo 
		que se opone a Dios es verdad.
		
		El ego es demente. Lleno de miedo, cree alzarse más allá de lo 
		Omnipresente, aparte de la Totalidad y separado de lo Infinito. En su 
		demencia cree también haber vencido a Dios Mismo. Y desde su terrible 
		autonomía "ve" que la Voluntad de Dios ha sido destruida. Sueña con el 
		castigo y tiembla ante las figuras de sus sueños: sus enemigos, que 
		andan tras él queriendo asesinarlo antes de que él pueda proteger su 
		seguridad atacándolos primero.
		 
		El Hijo de Dios no tiene ego. ¿Qué puede saber él de la locura o de la 
		muerte de Dios, cuando mora en Él? ¿Qué puede saber de penas o de 
		sufrimientos, cuando vive en una dicha eterna? ¿Qué puede saber del 
		miedo o del castigo, del pecado o de la culpabilidad, del odio o del 
		ataque, cuando lo único que le rodea es paz eterna, por siempre 
		imperturbable y libre de todo conflicto, en la tranquilidad y silencio 
		más profundos?
		
		Conocer la realidad significa no ver al ego ni a sus pensamientos, sus 
		obras o actos, sus leyes o creencias, sus sueños o esperanzas, así como 
		tampoco los planes que tiene para su propia salvación y el precio que 
		hay que pagar por creer en él. Desde el punto de vista del sufrimiento, 
		el precio que hay que pagar por tener fe en él es tan inmenso que la 
		ofrenda que se hace a diario en su tenebroso santuario es la crucifixión 
		del Hijo de Dios. Y la sangre no puede sino correr ante el altar donde 
		sus enfermizos seguidores se preparan para morir.
		
		Una sola azucena de perdón, no obstante, puede transformar la oscuridad 
		en luz y el altar a las ilusiones en el templo a la Vida Misma. Y la paz 
		se les restituirá para siempre a las santas mentes que Dios creó como Su 
		Hijo, Su morada, Su dicha y Su amor, completamente Suyas, y 
		completamente unidas a Él.
 
		 
		

			
 
		 
		
		
		
		
		
		
		Tabla completa de lecciones UCDM
						
						¿Qué es Un Curso de Milagros? - Prefacio